Horror, violaciones y corrupción: sistema de vida en la Cárcel de Tocuyito.
29/04/2012
Al Megáfono Kelvi Zambrano |
Esta actividad, desgarradora por la constatación del horror,
permitió recibir 21 denuncias concretas y miles de relatos donde el
protagonista es el abuso, el maltrato, la vejación, y un mundo de soborno a voz
populi donde todo tiene precio. La Guardia Nacional, los directores, los
fiscales, los jueces, los defensores, los presos y sus familias, conviven en un
sistema de incentivos perversos que alimentan y los alimenta. Pero que también
los está matando.
Éramos quince personas que llegamos en defensa de los
derechos de las víctimas y testigos de corrupción, entregando volantes,
tarjetas que recordaban los Derechos Humanos, planillas para recibir las
denuncias que entregamos de mano en mano a cada persona adulta de la fila.
Un día Normal Interminable cola, en tres tiempos, de mujeres
cargadas de bolsos y de hijos, muchos bebitos de meses, muchos menores de tres
años arrastrados por sus madres molestas con la vida, con el sol que quema, con
la tierra en los pies, con olores irrespetuosos. La fila comienza afuera en la
reja de la carretera, donde las mujeres son marcadas con sello y número
consecutivo por orden de llegada. A las 12:30 pm, al final de la cola van por
el número 1291. “Que va, yo voy a ver cómo me coleo o le doy 30 bolos al
guardia”.
La segunda parte de la cola es dentro de la manga. Si, como
lo toros coleados, unos tubos marcan la fila del área que ya tiene techo y
asientos. Allí ya no pudimos pasar. Nastassja, coordinadora del Comité de DDHH
del Colegia de Abogados de Carabobo, nos cuentan que desde la toma de octubre
de 2011 se restringió el paso. La tercera parte de la cola es la revisión de
los visitantes y sus pertrechos, el cacheo. ¿Qué pasa ahí?. “Cuando está fuerte
meten las manos hasta en la comida”.
Entre cola y cola, hay guardias nacionales y también presos
en ‘destacamento de trabajo’ –uniformados de rojo- que salen y entran con
desparpajo: “ayudan con la cola” nos dicen. Estos jóvenes, venden “nesti” en la
cola, besan mujeres, saludan señoras y de vez en cuando marcan con tirro alguna
bolsa después que la dueña le entrega unos billetes sin mucho reparo. Todos
andas con bolsitos o koala.
Una señora llega preguntando qué hacemos nosotros allí.
“Queremos ratificar que ustedes no tienen que pagar a los Guardias por ninguna
razón, que ustedes tienen derecho a un trajo decente, a justicia oportuna”. La
señora suelta una carcajada que la dobla sobre mi brazo, “pero amiga, yo voy a
pagar hoy, porque traigo un televisor pa’ mi marido”. Con la misma se voltea,
arrugando la cara, señala a uno de los guardias y dice “¡Ese negrito es
maluco!”. ¿Qué historia de esconde detrás de esa exclamación?.
El horror no es normalTocuyito es el nombre que se da a tres
unidades conectadas: el Centro Penitenciario de Carabobo, el Internado Judicial
de Carabobo y el Centro penal de mujeres. Con una capacidad para 1200 reclusos,
cuenta hoy con 4.600 aproximadamente. Cuenta con tres directores; un Comando de
la Guardia Nacional en edificio cercano; muchos pranes; reclusos armados, 95%
ociosos, sin ninguna actividad programada de trabajo, capacitación, deporte o
cultura. Miles de seres aburridos y sin ley, perdón, sin ley aplicada.
Tocuyito es un conjunto de edificios casi en escombros y
carpas hechas de sábanas en los terrenos derredor, que montan donde haya un hueco.
Vean las fotos AQUÍ . Tienen un gallinero hediendo con miles de gallinas y por
las fotos en internet también tienen una cancha de basket.
Los familiares de los reclusos no tuvieron tanto miedo como
pensamos. Sobre todos las mujeres que contaban hechos tan comunes, tan
corrientes, que no están haciendo infidencias, están relatando su cotidianidad.
Cuando nos acercamos con nuestros materiales –denuncia, no estás solo; tu
tienes derechos, art. xx dice…- las señoras nos empujaban hacia el puesto de
control de la Guardia, “pero míja asómate, hay están cobrando para entrar, ¿no
ves?, tú te coleas y le das los reales al Guardia, que te voy a denunciar,
míralo tú misma”.
Los jóvenes del trabajo comunitarios me lo confirmaron.
“Venga, mire, reciben dinero descaradamente, nosotros lo vimos ahora”. Pero al
acercarme uno de los guardias, nos pregunto quiénes éramos, que hacíamos hay y
antes de poder responder me pidió la cédula. Por supuesto que no se la di a
pesar de su insistencia y mención de su autoridad. Con megáfonos reforzamos el
mensaje: no le pague a nadie para entrar; denuncia cuando le cobren…
Otros casos abominables los presentaron con ojos asustados,
baile nervioso y frases repetidas: no puedo darse su nombre – el de su marido,
su hermano, su hijo-.
Procesaremos las denuncias recibidas en los próximos días y
presentaremos informe completo al país, al Ministerio Público, a Ministerio de
Prisiones, etc. Puedo adelantar que hay un pequeño número de denuncias que
tiene que ver con esos asuntos, que no por comunes dejan de ser ilegales,
corruptos: la tarifa para introducir comidas, o algún privilegio –teléfonos,
televisores, radios, computadoras, y otras cosas que nadie mencionó y que
existen dentro del penal como armas, drogas, alcohol.
Otras tarifas atroces: 12 mil a 15 mil bolívares por un
traslado, es decir sacarlos de Tocuyito para otro penal, o para presentarse al
tribunal. Puerto Cabello y Cojedes no cuentan con penales, por lo que sus
privados de libertad van todos a Tocuyito, al lado de Valencia. Unos mencionan
a directores, o a funcionarios penitenciarios; otros a fiscales, o a Guardia
Nacional.
Otros denuncian que están reuniendo real para poder pagar
los Bs. 40.000 de inicial y Bs. 500 semanal para que los pasen a una zona
especial del Internado donde tendrán un sitio seguro para dormir y tres comidas
diarias.
Una denuncia delicada sobre la atención a un herido pasado a
un cuartico sin ventana y con puerta hermética que comparte con 6 reclusos más,
sin poder salir porque se la tienen jurada y “adentro me cobran Bs. 12 mil para
pasármelo para Coro, pero yo no tengo” nos dice una joven, casi niña, que ya
tiene cicatrices de violencia en su rostro y un bebe creciendo en sus entrañas.
En paralelo, más horrores:Me impresionó el maltrato de
muchas madres jóvenes, jovencitas, con sus hijos chiquitos, los empujan, los
jamaquean, los insultan. Un horror, que lleva a otro horror.
Me impresionó la fidelidad de las mujeres con sus presos.
Hacer largas colas los sábados y luego otra vez los domingos, para verlos y
llevarles comida, agua, ropa. Y regresar en la semana para hacerles llegar la
comida a través de la Guardia.
Me impresionó el descaro con el que fluye el soborno, la
extorsión. El desparpajo para “resolver”.
AgradecimientoMi agradecimiento a la Comisión de DDHH del
Colegio de Abogados del estado Carabobo; a Proacceso Carabobo, al Movimiento
por la Calidad del Agua; a Carlos Nieto de Una Ventana por la Libertad por sus
conocimiento y apoyo directo acompañándonos en esta primera experiencia de
Transparencia y ALAC Venezuela en tema prisiones y a Humberto Prado por su gran
labor en todo el país. Especial gratitud a Edison Duran y a Nastassja Palmiotto
quienes nos propusieron iniciar esta actividad y su compromiso con la
construcción de un país de justicia y transparencia.
Por un Carabobo 100% transparente.
Las denuncias que recibe ALAC Venezuela son totalmente
confidenciales y permiten generar informes para que las instituciones públicas
tomen las medidas necesarias para la prevención y sanción de la corrupción,
además de mejorar sus procesos de control. Para obtener más información sobre
la lucha anticorrupción llevada adelante por Transparencia Venezuela y ALAC
Venezuela, están a la disposición del público las páginas web
www.tranparencia.org.ve y www.alacvenezuela.org, así como su cuenta en twitter
@NoMasGuiso.
Mercedes De Freitas
@soymerchy
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